«Estar con niños todo el día es lo que tiene, podría sentarme con una libreta y simplemente escribir lo que sucede.»
Supongo que lo de escribir, que lo hacía desde chiquitina y lo de ser maestra llegó bastante tiempo después.
Supongo que el estar rodeada de ellos todo el día, vivir su mundo, entender su forma de ver y pensar. Aunque lo que me impulsó a escribir fue el nacimiento de mi primera hija, quise dejarle un mensaje para toda la vida por escrito y así nació “ EL MEJOR LUGAR DEL MUNDO”.
Sobre la dificultad tal vez sea que a veces tengo que hacer callar a la maestra que llevo dentro y dar rienda suelta a la “loca” que pone el humor en las historias.
Demasiadas veces, lo cual me genera un conflicto porque luego hace falta tiempo para sentarse y dar forma a esas ideas. Muchas de esas ideas a veces ya existen, ya se han escrito libros sobre ello. Estar con niños todo el día es lo que tiene, podría sentarme con una libreta y simplemente escribir lo que sucede. Bueno, de hecho así lo hice en el cómic.
Con los libros no me ha pasado de momento. Me ocurrió con unos relatos que me encargaron de una plataforma de “chat stories”. Hasta que encontré el final pasé muchas horas dándole vueltas.
Tal vez sobre sexualidad
Pedro Mañas y Mónica Ródriguez
Leerles sin parar desde que son bebés de pocos meses, llevarles a cuentacuentos, ferias del libro, bibliotecas, librerías, jugar en casa con las historias, disfrutar en familia de los libros.
Que no pierdan la oportunidad de crear recuerdos imborrables compartiendo lecturas con sus seres queridos, porque volar juntos es un regalazo. Y si es comprando libros en una librería de barrio, mejor que mejor. Una librería es un espacio de encuentro, un espacio cultural que debemos cuidar y apoyar.
» A veces es la vida la que sueña por ti»
Llegué a este mundo casi por casualidad. Aunque de pequeño me gustaba todo lo que tenía que ver con las artes (pintaba, escribía, actuaba…), no entraba dentro de mis planes dedicarme a la literatura. Leía, eso sí, a todas horas. Devoraba libros sin orden ni concierto, pero jamás se pasó por la cabeza que me dedicaría profesionalmente a ello. Por el contrario, me matriculé en la carrera de medicina. En el verano de 2007 me topé con el anuncio de un certamen de cuentos infantiles. Participé solo por probar, y resultó que gané. Creo que al ver mi primera novela publicada empecé a entender que, tal vez, había errado mi vocación. Por eso suelo decir que no hay que obsesionarse con tener un sueño en la vida. A veces es la vida la que sueña por ti.
Mencionar solo uno sería como elegir a un favorito de entre mis ocho sobrinos: cada uno es especial y memorable por una cosa. Creo que, más que un libro, nombraría a un autor, y es el inevitable Roald Dahl. Con Matilda, Las brujas o Charlie y la fábrica de chocolate me hizo sumergirme como ningún otro escritor en mundos fantásticos que, sin embargo, estaban desprovistos de la ñoñería que otros consideran inseparable del imaginario infantil
Es un sentimiento contradictorio: por un lado, de alivio, de cierre, de haber logrado llegar hasta el final y estar preparado para “pasar página” (nunca mejor dicho). Por otro, de vértigo ante la separación de los personajes que te han acompañado durante tantos capítulos. A algunos les llegas a coger tanto cariño que sabes que tarde o temprano tendrán que volver. Y algunos volverán muy pronto…
En general lo que más me gusta es escribir, dar forma al argumento que previamente he diseñado: colorear esa trama desnuda con las voces de los personajes, con detalles de la atmósfera o la visita de secundarios inesperados. Y, sobre todo, con mucho sentido del humor.
Más que un tema en concreto, creo que me gustaría dedicar tiempo a mi vena poética, que he tenido que aparcar en favor de la prosa. La poesía infantil es un terreno donde aún queda mucho por explorar y por descubrir.
Me temo que solo tengo uno (más allá de las notas que tomo en cualquier parte gracias a mi teléfono móvil): mi escritorio y la silla frente a mi ordenador. No es el lugar más glamuroso del mundo… pero es donde sucede la magia
» Actuando puedes llegar a cientos de personas, pero escribiendo para la infancia, llegas a miles de ellas. ¡Y en todo el mundo! «
Desde que comencé a estudiar, allá por los años… ¡Uf! ¡Hace muchos años!, tenía claro lo que quería ser de mayor: maestro. Estudié magisterio por vocación, pero el teatro infantil se cruzó en mi camino y ahí sigo, en el mundo de la infancia.
Escribir para los primeros escuchantes y lectores es apasionante, divertido y muy muy duro, porque tienes que conseguir hacer reír o emocionar en pocas palabras. Es el público lector más exigente y sincero que hay. Si no les gusta o se aburren, te lo hacen saber rápidamente.
Cuando nací y repartieron las primeras dosis de paciencia, yo tendría que estar jugando y se me pasó la dosis, pero para escribir, soy muy paciente ¡es en lo único! Puedo tardar años en dar un texto por finalizado, pero no me importa. Lo único que me interesa es que, cuando lo envíe a una editorial, sea un buen texto.
Grande sí soy, pero niño… jajajajaja. Cuando escribo para las personas más pequeñas pienso en qué les gusta, con qué se divierten y disfrutan. Y puede parecer extraño, pero muchas cosas no están tan alejadas de los gustos de los adultos.
Y luego está el trabajo para que lo escrito, les haga felices. En ese momento suelo sacar mi lado más gamberro y clown para acercarme más a ellos.
A los pequeños no hace falta ayudarles a reír: ellos son una risa permanente que les permite disfrutar de muchos momentos que, de adultos, muchas personas han perdido por el camino.
Sí sería necesario que los adultos diesen más valor a la risa, al humor. Es algo que podemos ver en los premios: es difícil que un álbum, libro o película de humor, sea galardonado. Los premios Óscar solo han reconocido a grandes películas de humor en muy contadas ocasiones y, por lo general, por premios menores.
Las personas que nos dedicamos al humor sabemos que es mucho más fácil hacer llorar que hacer reír. Entonces, ¿por qué se le considera un “arte menor”? Puede que sí fuese necesario que hubiese esa asignatura para los adultos…
Mi primer álbum ilustrado se publicó hace ocho años y, desde entonces, habré realizado cientos, muchos cientos de actuaciones en librerías, colegios, bibliotecas, centros culturales, teatros…
Yo las llamo actuaciones, no presentaciones, porque para cada libro que publico, preparo una función para la presentación, no me limito a leer o contar el texto, sino que hago una pequeña obra teatral del mismo. Eso supone muchísimo más trabajo, claro, pero ves que el público lo disfruta. Y yo, ¡aún más!
Anécdotas me han sucedido en cada actuación, algunas repetidas, como que al terminar de contar, alguna persona pequeñaja se te acerque, te abrace y te diga: «Te quiero» o «Gracias por hacerme reír, me lo he pasado muy bien».
Pero la que más me ha emocionado sucedió en la Feria del libro de El Ejido, Almería. Tras la actuación, en la que conté varios cuentos, una familia se me acercó y charlamos durante un buen rato. Días después me llegó un mensaje de la madre de los dos niños y en el me decía que Lucas, el mayor de los dos, ya sabía lo que quería ser de mayor: Cuentacuentos como José Carlos Andrés. A día de hoy, seguimos teniendo relación.
Qué difícil definirme. Supongo que ando todavía conociéndome a mí misma, encontrando la forma de hacer las cosas lo mejor posible en todos los ámbitos de mi vida, y eso es muy complicado porque no dejo de aprender cada día. Quizás eso es lo que mejor me define, soy aprendiz, eso sí, intento ser muy aplicada, mantener los ojos bien abiertos para hacerlo cada día un poco mejor y organizarme de la mejor manera posible.
El arte me fascina y contar historias a través de las imágenes es un arte. Creo que el álbum ilustrado es un medio extraordinario para explorar nuevas posibilidades narrativas, donde la literatura y las artes plásticas encuentran un dialogo. Nuestra intención es crear un catálogo de calidad donde cada lector encuentre ese libro que despierte su curiosidad por la lectura.
Bueno, he dado muchos tumbos profesionales, estuve muchos años trabajando en un sector que nada tenía que ver con lo que verdaderamente me apasiona. En la vida, hay veces en las que te vas dejando llevar, sin tomar realmente decisiones, simplemente sigues el camino que te van marcando. Mi padre siempre me decía que su única herencia iba a ser mi educación y mi futuro, el que yo eligiera. Cuando él falleció me di cuenta de que estaba en mi mano elegir cómo quería que fuera mi vida, y puse en práctica mi libre albedrío. Dejé mi trabajo y cree una editorial de álbum ilustrado, que era lo que verdaderamente quería hacer. De ahí el nombre, en cierto modo un homenaje a mi padre.
Creo que nuestras influencias, las de cualquier persona en su profesión, son un compendio de tus experiencias vitales, todo lo que hemos visto, leído, vivido, sentido, sufrido, reído, las personas que hemos conocido, incluso los errores más garrafales, todo nos hace percibir el mundo de una cierta forma. Pienso que los que nos dedicamos al mundo de los libros, buscamos en la literatura una forma de poner en su lugar todas esas influencias y crear algo nuevo con ellas.
Mi familia son siempre mis principales cómplices, y cuando hablo de familia incluyo también a los amigos. Esta andadura editorial se inició con mi buen amigo Vicente Cruz, que, aunque ahora ya no trabaja en la editorial porque su carrera profesional le ha llevado a otros ámbitos, sí que sigue colaborando con sus ilustraciones en algunos de libros. Sin lugar a dudas, empezar la aventura de crear una editorial desde la nada fue mucho menos intimidante gracias a él. Y no puedo dejar de mencionar a mis compañeros de la Asociación ¡Âlbum!, quién iba a pensar que 23 editores de toda España nos íbamos a hacer tan amigos. Es estupendo poder compartir el viaje con todos ellos.
Es verdad que se publica muchísimo, y libros de mucha calidad. En España tenemos grandes talentos en la literatura infantil, y a veces echo en falta más difusión por parte de medios de comunicación generalistas. Es complicado dar visibilidad a todo lo que se publica y a la velocidad que vamos, es comprensible. Pero creo que necesitamos más espacios para el diálogo y para poner en valor los maravillosos libros que se publican, que en ocasiones no tienen tiempo suficiente en la mesa de novedades para llegar al lector. Es un tema complejo que necesitaría un debate amplio para encontrar la mejor solución. Quizás deberíamos empezar por la educación, que la literatura infantil actual tuviera su lugar en las aulas, y los docentes la formación necesaria para poder abordarla con las herramientas adecuadas.
Puesto a elegir, lo haré por todo lo alto: a Astrid Lindgren.
Explorar universos fascinantes.
«Todo lo que me rodea, todo lo que veo, leo, cotilleo… todo lo que siento, lo que padezco… todo sirve para crear historias»
Supe antes que quería leer. Después de estudiar Derecho, estudié Literatura y un máster de edición con la idea de «dedicarme» a leer. La verdad es que no me sentía capaz de escribir. Admiraba demasiado a quienes se dedicaban a ello. Trabajar como editora y específicamente en una editorial de literatura infantil y juvenil fue un gran aprendizaje y me dio fuerzas para intentarlo.
Los libros de Gloria Fuertes, ‘El jardín secreto’, ‘La historia interminable’, ‘Las brujas’, los libros de Carmen Kurtz, los de Consuelo Armijo… ¡No puedo elegir uno! Bueno, y las historias tremebundas del Antiguo Testamento, que me fascinaban.
Todo lo que me rodea, todo lo que veo, leo, cotilleo… todo lo que siento, lo que padezco… todo sirve para crear historias.
Lo primero para mí es la voz, que es una faceta muy concreta del personaje. Si doy con la voz, con el tono, si logro oírla en mi cabeza, el resto puede fluir. Mi brújula es la voz.
No seré original en esto: leer, leer y leer. Corregir, corregir y corregir. No cuajar el texto con las palabras más raras sino con las más precisas, que a veces son las más sencillas. No buscar la oscuridad. Ser claro y si no, ser poético. Amar los diccionarios. Y buscar tu propia voz.
Los encuentros con la ardilla Rasi son mágicos. He visto niños llorando de emoción. Y un efecto colateral delicioso de haber escrito una novela juvenil titulada ‘Croquetas y wasaps’, con la que he hecho muchos encuentros en institutos, es que he podido hacer una degustación nacional de croquetas caseras. ¡En muchos sitios me han recibido con bandejas enteras!
¡Sí! En diciembre de 2018, Paloma Corral y yo recibimos el premio Lazarillo al mejor álbum ilustrado por ‘Un fuego rojo’. El libro aún no tiene editor y nos encantaría encontrarlo. Nos quema en las manos y las ilustraciones de Paloma son una maravilla.