De la colaboración del gran ilustrador de libros infantiles, Quentin Blake (al que muchos conoceréis por sus ilustraciones en los libros de Roald Dahl) y su aventajada discípula Emma Chichester Clark, surgió este divertido álbum ilustrado, una historia un tanto gamberra que relata con humor los sacrificios que algunos están dispuestos a asumir con tal de disfrutar de la compañía de sus mascotas y que también por semejanza podría extenderse a la tolerancia que por amor paterno o materno, tenemos hacia las travesuras infantiles, cuando éstas no son sino juegos sin maldad.
Una divertida propuesta en la que las ilustraciones cuentan más que el propio texto, que Siruela nos ha traído en castellano y que nos ha encantado.